Estaba cansada, casi agotada, y el camino que todavía me quedaba por recorrer parecía muy largo para mis fuerzas... y no llevaba a penas comida, sólo llevaba media mandarina que me había sobrado de antes. Yo con mucha hambre y a punto de comerme la mandarina, un muchacho desconocido me miró y yo le pregunté:
-¿Por qué me miras así? ¿He hecho algo malo?
El muchacho apartó esa mirada tan cruel y me miró con alegría como si no hubiera oído lo que yo dije, y me respondió:
-Yo me llamo Regulus, soy de aquí y sólo quería darte un consejo. Yo tengo comida, si quieres te doy parte de mi comida y luego cuando de nuevo se te acaben las fuerzas, te comes la media mandarina que te queda. ¿OK?!
Yo, alucinada por su amabilidad, acepté su propuesta.
Mientras íbamos los dos juntos hacia su casa, noté un amor tremendo por Regulus, como si estuviera enamorada, y me lancé sobre sus brazos y el sobre los míos. Noté que cuando nos tocábamos estaba loca por él .
Al llegar a su casa, comí un poco y cuando empece a comer me quede dormida. Él me acarició :) y yo seguí durmiendo.
No salí de ese bosque y viví feliz para siempre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario